Micromuseo - Bitácora

martes, 14 de mayo de 2013

ESCORZOS: Este jueves 16 de mayo, Micromuseo inaugura la exposición de obra reciente de Ricardo Cassinelli en Corriente Alterna



Una nueva ruta de Micromuseo se inaugura,
este jueves 16 de mayo, 
en la galería de la Escuela de Artes Visuales Corriente Alterna. 
Bajo el cargado título de Escorzos reunimos allí 
una ajustada selección de los cuadros 
realizados por Ricardo Cassinelli 
en los dos años transcurridos desde su insólita primera individual, 
presentada entonces como una retrospectiva. 
Sobre la significancia de esa historia y su desenlace actual
trata el texto curatorial de Gustavo Buntinx 
que a continuación reproducimos.


H I P E R R E A L I S M O S

Ricardo Cassinelli. Escolares de Los Cedros II. 2013.
Acrílico y óleo sobre tela: 90 x 90 cm.
 
Escorzar es violentar. Al ojo y a la mano que pretende acortar dramáticamente las proporciones para así reducir a una representación bidimensional la múltiple dimensionalidad de la mirada. El mirar inquietado por una presencia perpendicular u oblicua al plano sobre el que la imagen procura fijarse.

Un ilusionismo, una ilusión abrupta de profundidad y perspectiva aplicable como metáfora –no estrictamente como técnica– a los cuadros desconcertantes aquí reunidos. Una selección de las obras con que Ricardo Cassinelli vuelve desde hace un par de años a la actividad pictórica abandonada hace dos décadas.

Ese retorno fue motivado por el hallazgo y exhibición del impresionante conjunto de pinturas que el artífice realizó de manera tan callada entre los años de 1980 y 1991, en una suerte de crónica visual y privada de los peores tiempos de nuestra historia republicana. Fragmentos perdidos de la República de Weimar peruana (1980 – 1992) era el subtítulo que en 2011 Micromuseo le dio a la primera muestra individual de Cassinelli, ofrecida paradójicamente también como una retrospectiva. Una recopilación amplia de ciento cincuenta piezas comprendidas como un registro sensible, personal y subjetivo, de las extremidades vividas en aquellos devastadores tiempos.

Lima aparecía ya como el escenario privilegiado de esa visión desconcertada en la que, sin embargo, asomaba además un homenaje lúbrico al mestizaje peruano. A la destrucción y reconstrucción permanentes de las identidades que transfiguraban a la ciudad y a los ciudadanos, hasta en su propia corporalidad. Sin entonces saberlo, sin intuirlo siquiera, Cassinelli se ocultaba como una suerte de eslabón perdido entre algunas de las más importantes transformaciones artísticas de aquellos años. Entre el pop-achorado y el neo-expresionismo, digamos. Entre el taller E.P.S. Huayco y Carlos Enrique Polanco. O Piero Quijano.

Ricardo Cassinelli. Primax I. 2013.
Óleo sobre tela: 70 x 90 cm.

“Exabruptos” es cómo el artífice se refería a esas imágenes dislocadas. El término podría ahora prolongarse a su producción renovada. Una obra que renace con todas sus huellas de origen pero bajo los signos adicionales de las transformaciones grandes desde entonces experimentadas. Una clara intensificación del color, por ejemplo, que vitaliza las representaciones con energías cromáticas acaso asociables a las del capitalismo popular que hoy trastoca y revoluciona (la revolución consumista) todo orden establecido entre nosotros.

Ricardo Cassinelli. Saga Falabella. 2013.
Óleo sobre tela: 70 x 90 cm.

Social y cultural: es también una visualidad nueva la que se insinúa en las exacerbaciones de las distorsiones plásticas ya ensayadas en la producción anterior de Cassinelli. El montaje, el recorte, la transfiguración fotográfica, la visión picada o contrapicada. Y la deformación expresiva de rostros y cuerpos que adquieren así una significación formal inquietante. Como en los rostros desproporcionados de los agentes de seguridad en la cárcel de mujeres –y en las campañas pre-electorales de la “primera dama” Nadine Heredia, exhibiendo sobre su camisa la Marca Perú como emblema de las malversaciones simbólicas del neopopulismo en ciernes.

Ricardo Cassinelli. Marca Perú. 2012.
Óleo sobre tela: 70 x 80 cm.
 
Pero el signo político de estas imágenes no está en las referencias explícitas sino en la morfología de las imágenes mismas. Y en el protagonismo incluso erótico otorgado al nuevo sujeto popular, mestizo y empoderante (Deysi Cori, verbigracia). Por momentos incluso festivo: hay un goce contenido en el sufrimiento del gesto con que las voleibolistas peruanas elevan sus distorsionados brazos por encima de la red que quiebra la representación pictórica y cualquier idea establecida de composición.

 Ricardo Cassinelli. Voley peruano. 2013.
Óleo sobre tela: 70 x 90 cm.

Desequilibrios formales en los que se juega, al mismo tiempo, el sentido artístico y social de estos cuadros. Atención, en algunos de ellos, a la vista ascendente o descendente –nunca frontal– de las “anconetas”, los triciclos alquilados que sirven de transporte universal en los malecones de Ancón: el balneario otrora aristocratizante y hoy radicalmente democrático, en cuyas calles todas las sangres y clases se rozan y coexisten con una proximidad casi profética.

Ricardo Cassinelli. Anconeta I. 2011.
Óleo sobre tela: 90 x 120 cm.

Tal vez es esa cercanía nueva la que aquí se codifica en los recortes y acortamientos de las imágenes. Una cifra plástica que desestabiliza y reconfigura a las pinturas ahora reunidas. Y a nuestra mirada sobre ellas. Contra toda apariencia, Cassinelli podría revelársenos así como un hiperrealista. Es la sociedad peruana la que se encuentra en escorzo.



 Ricardo Cassinelli. Anconeta II. 2012-2013.
Óleo sobre tela: 160 x 120 cm.


miércoles, 1 de mayo de 2013

QUERER ES PODER (PIEZA DEL MES - ABRIL 2013)

 
Elliot Túpac

Querer es poder

2012
Esmalte sobre madera y metal (carrocería de camión):
245 x 225 cm

Micromuseo ("al fondo hay sitio")
Adquisición: marzo de 2013, con fondos a ser todavía procurados


SALTO DE TIGRE
  
Desde su nombre mismo, MICROMUSEO anuncia la vocación mestiza y migrante, nomádica, de su praxis esencial. Y ese ethos irrumpe, de maneras diferentes y recurrentes, en su muy diverso accionar. Como en la intervención puntual que jerarquiza ahora su última adquisición como “pieza del mes”, expuesta privilegiadamente en nuestro paradero de la feria Art Lima: la monumental intervención pictórica de Elliot Túpac (nombre artístico de Elliot Urcuhuaranga) sobre una real y fáctica carrocería de un típico camión andino. Muy a la manera del gusto “achorado” con que en el Perú se suelen exaltar esos soportes impresionantes de la visualidad cotidiana.

Atención a la coherencia incisiva en el derrotero –vital y artístico– de esta obra excepcional. Su autor proviene de una de las familias migrantes iniciadoras de la llamada estética “chicha” en la publicidad popular. Esa formación se ve refractada por estudios fugaces en la Facultad de Comunicaciones de la Universidad San Martín de Porres y colaboraciones recurrentes con MICROMUSEO, como sus aportes a los afiches colectivos realizados para nuestras exposiciones Del puñal al pincel (2003) y Neón-colonial (2004). Tales intercambios y contrapuntos derivarían a Túpac hacia la escena plástica más amplia (incluso internacionalmente: es notable el impacto de su prédica en Chile). Así lo atestiguan propuestas que van desde la pura tipografía hasta el muralismo callejero, pasando por transfiguraciones varias del cartel popular y estrategias nuevas de comunicación masiva. Vertientes todas que desembocan en esta pieza culminante. 

La iconografía escogida proviene del propio imaginario vinculado a las decoraciones vernaculares en carrocerías y guardafangos. “PERÚ” y “Querer es poder” son los connotativos lemas que aquí asocian al nuevo espíritu emprendedor nacional con el ya legendario león rampante que rompe feroz sus cadenas. Una figura radical y “salvaje”, incluso política, para el totemismo (post)moderno insinuado por esa suerte de representaciones. La transición, quizá, entre la imagen campesina y la nueva cultura urbana que desde por lo menos la década de 1950 va incorporando al migrante. 

Así intenté sugerirlo ya en el breve texto de 1983 (publicado en 1984) que en el último número de la revista U-tópicos reivindicaba provocadoramente la estética de los guardafangos artesanales. Un anuncio, en realidad, de la pulsión fundante de MICROMUSEO que ese mismo año se concebía ya (con otro nombre) desde la fricción creativa de lo pequeño-burgués-ilustrado y lo popular-emergente.

 
Izq.: Logotipo eventual de MICROMUSEO. 2006
Diseñado por Gustavo Buntinx y Susana Torres 
("chofer" y “palanca” de Micromuseo, respectivamente) 
con Elliot Urcuhuaranga (hoy Elliot Túpac) (taller de serigrafía popular VIUSA)

Der.: Estampa popular de Sarita Colina. Década de 1970
Offset sobre papel. Micromuseo ("al fondo hay sitio")


Dos décadas después, y tras decenas de experiencias, ese deseo se iconizó en el nuevo logotipo que a partir de entonces nos identifica, otra vez, con esta imagen felina. Justicia poética. Y política: la fantasía lúbrica de MICROMUSEO es romperle los grilletes al león encadenado del arte. El león enjaulado que en nuestro emblema se libera e irrumpe desde el marco tetraovalado y sobre las rosas identificables con la estampa religiosa de Sarita Colonia, el rostro místico de la migración. (Aunque había allí también una cierta parodia al conocido membrete cinematográfico de la Metro Goldwyn Mayer).

Logotipo de la Metro Goldwyn Mayer
1916
Diseño original de Howard Dietz, director de publicidad de la entonces Goldwyn Pictures

Aquel diseño fue elaborado en 2006 por Túpac con Gustavo Buntinx, chofer, y Susana Torres, "palanca" (chofer alterno) de MICROMUSEO. Una más de las varias colaboraciones intensas que desde principios del milenio asocian a nuestro proyecto con Elliot y con la familia Urcuhuaranga. Retomábamos así la iniciativa que en 1992 nos llevó a trabajar con otro pionero de la gráfica “chicha” –Feliciano Mallki– para confeccionar el primer afiche de ese tipo realizado mediante la colaboración de artífices eruditos y populares.

  
 Gustavo Buntinx y Susana Torres. Sarita iluminada
 1992
Serigrafía sobre papel: 56 x 81.5 cm
Impresión y tipografía: Feliciano Mallki
(Afiche publicitario de la conferencia-performance de mismo nombre 
organizada por Micromuseo 
en el entonces Museo Nacional de Arqueología y Antropología)

Por cierto, el tema era entonces la conferencia-performance Sarita iluminada, en lo que puede percibirse como una coherencia adicional. Y ahora reiterada: el nombre de Sarita Colonia da también razón social a una de las líneas de microbuses más emblemáticas del transporte popular, por descender cuarenta kilómetros desde las alturas populares de Chosica (“la Villa del Sol”) hasta el corazón histórico de la antigua ciudad señorial. De allí el uso que en esta ocasión hacemos de los comprobantes de esa empresa como modelo para nuestro “boleto / amuleto / panfleto”, a ser también circulado en Art Lima como ofrenda propiciatoria de nuevas reciprocidades. Artísticas y políticas. Por construir. 

Querer es poder.

  
Gustavo Buntinx / Sophia Durand
Boleto / Amuleto / Panfleto 
2013
Offset sobre papel. 42 x 23 cm. 
Micromuseo (“al fondo hay sitio”)


Nota bene:


Querer es poder: más allá de todas estas elucubraciones, la imagen carretera reinterpretada por Túpac puede ser esencialmente vista como un salto de tigre. Reivindiquemos aquí también las connotaciones erótico-populares que esa frase adquiere en la labia peruana.

En la peruviana punta de la lengua.

Gustavo Buntinx