Micromuseo - Bitácora

viernes, 3 de abril de 2009

OTRA VEZ LA BARBARIE HOMENAJEA, SIN QUERERLO, AL ARTE COMPROMETIDO CON LA MEMORIA Y CON LA VERDAD


Hoy todos los medios atendibles destacan el nuevo vandalismo con que las fuerzas de la barbarie y el oscurantismo pretenden atentar contra El ojo que llora, el impresionante memorial a las víctimas de la violencia política -todas las víctimas- durante las últimas dos décadas del siglo XX. Los detalles pueden leerse en notas como la publicada por el diario La República que a continuación transcribo. No sin antes señalar el homenaje impensado que estos actos de barbarie implican para el poder simbólico de una de las obras de más incisivo compromiso con la memoria y con la verdad y con la justicia en América Latina. Tales ataques ponen en radical evidencia los raptos de destrucción e intolerancia que sirven de argumentos únicos para los autoritarios ante las potencias liberadoras, sanadoras, del arte y de la cultura.


Otra vez mutilaron El ojo que llora


Lika Mutal, autora del monumento, y dirigentes de DDHH denuncian nueva afrenta. Personal municipal inutilizó la piedra al tratar de reponerla y deslizó la versión falsa de que fue la autora la que retiró el símbolo.

Por Edmundo Cruz.

“El miércoles a las 3 de la tarde, acudí al monumento con unos estudiantes colombianos que elaboran una tesis sobre la memoria y nos dimos con una cosa horrible”, relató anoche a La República la escultora holandesa Lika Mutal, creadora del monumento que rememora a las víctimas de la violencia política de las décadas de los 80’ y 90’ en el Perú.

“Vimos una piedra redonda en el suelo, y cuando miré arriba vi que el lugar del ojo estaba vacío. Lo habían sacado y dejado tirado en el suelo”, contó la artista.

“Me fui conmocionada a mi casa y pensé en salvar la piedra. Envié a un asistente a recuperarla. Al volver, éste me contó que alguien de la Municipalidad había tratado de reponer la piedra a su lugar con graves consecuencias. Por palanquear la piedra le ocasionaron daños mayores.

“Decidí traer la piedra a mi casa, pero comprobé que la habían dejado irrecuperable –reveló una acongojada Lika Mutal–. Me dolió en el alma, porque conseguirla me costó mucho trabajo. Esa piedra es originaria de la Bahía de Paracas pero, lamentablemente, ya no la voy a volver a poner”.

“El monumento El ojo que llora ahora esta sin el ojo. Estoy pensando conseguir una piedra nueva. El ojo dañado lo usaré para otra escultura”, adelantó.

El hallazgo del daño se produjo el miércoles primero de abril, pero el ataque ocurrió probablemente el martes 31 de marzo, en vísperas de que el ex presidente Alberto Fujimori pronunciara su discurso de autodefensa ante el tribunal que lo juzga por las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta.

“Lo sucedido es una afrenta para las víctimas de la violencia política y para todos los peruanos”, declaró la escultora. Frente a la versión del vigilante municipal que los reporteros gráficos de La República recogieron el jueves por la mañana, en el sentido de que el ojo había sido retirado por la propia autora, Lika Mutal fue muy enfática.

“Es falsa la versión del agente del municipio de Jesús María que sostiene que yo retiré la piedra para darle mantenimiento. Eso es imposible. La piedra del ojo fue arrancada por manos extrañas. Otros trataron de reponerla a su sitio por la fuerza y la terminaron de dañar”, explicó.

Van tres ataques

Aprodeh (Asociación Pro Derechos Humanos) recordó que el primer atentado a El ojo que llora fue el 23 de setiembre del 2007, a escasas horas de la que la justicia chilena aprobara la extradición de Alberto Fujimori.

Entonces el guardián municipal Pablo Quintana fue amenazado con pistola y unas quince personas embadurnaron el monumento con pintura naranja.

Una agresión similar se repitió el siguiente 5 de octubre, tras un mitin fujimorista. En otra ocasión, el 28 de agosto del 2008, un grupo de partidarios del mismo Fujimori, encabezados por José Contreras y Patricia Vásquez, interrumpieron por la fuerza una ceremonia de la Comisión de la Verdad.

La insania fue tal que la mujer incluso danzó sobre los cantos rodados donde se han inscrito los nombres de las víctimas.

En realidad se trata de un grupo de choque que entró en escena al inicio del juicio al ex presidente Fujimori (10 de diciembre del 2007), con las caras pintadas de naranja, bajo la jefatura del comandante EP (r) Pedro Rejas Tataje, ex comando Chavín de Huántar.

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1 Comentarios:

A la/s 8 de abril de 2009, 5:47 p.m., Anonymous FujiManía dijo...

la invasion naranja ataca a la cvr. ahora que el monumento sea chevere, es otro asunto.

 

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