A pedido de las masas, sumo a las evidencias proporcionadas en el post anterior estas dos dramáticas fotografías de la vandalización progresiva de la Fisiocromía Andrés Bello, otrora uno de los principales ejemplos de arte público en Caracas. Las imágenes me fueron proporcionadas por el crítico y curador venezolano Gerardo Zavarce, quien es además el donante de los fragmentos de esta ruina que se integran así a las colecciones de Micromuseo.
Restos de la Fisiocromía Andrés Bello, de Carlos Cruz Diez, monumento público de Caracas progresivamente vandalizado. Colección Micromuseo. Donación de Gerardo Zavarce. (Fotografía: Sophía Durand).
MICROMUSEO EN CARACAS
Hace un par de semanas presenté en Caracas tanto el proyecto de Micromuseo como los aportes de Lava la bandera y del Colectivo Sociedad Civil al derrocamiento cultural de la dictadura de Fujimori y Montesinos. Fue en el contexto del Primer Encuentro Iberoamericano de Espacios Culturales Alternativos (http://espaciosculturalesalternativos.blogspot.com/), acogido por la Organización Nelson Garrido, una entidad autónoma cuyas siglas (ONG) ironizan sobre la fecunda informalidad de su estatuto existencial (www.organizacionnelsongarrido.com). La invitación a ese foro ofreció una oportunidad de privilegio para compartir experiencias con casi veinte otras iniciativas de toda América Latina y de España. También para confrontar la actual circunstancia extrema vivida por Venezuela.
No hubo, sin embargo, asomo alguno de parcialización por parte de los convocantes. La programación abarcó actividades en diversas y hasta opuestas instancias de la escena local. Incluyendo, por cierto, proyectos tan militantemente gobiernistas como el “núcleo de desarrollo endógeno cultural” denominado Tiuna el Fuerte y sostenido por el municipio chavista de Caracas (http://eltiuna.org/). Al mismo tiempo se apreciaron propuestas más plurales, como las facilitadas por el patrocinio privado del Centro de Arte Los Galpones (Periférico Caracas), que se viene constituyendo en un referente de autonomía crítica tras la uniformización oficial de todos los museos públicos del país: una política de Estado que paradójicamente otorga jerarquía y relevancia adicionales a los emprendimientos libres de espacios que, como también la Organización Nelson Garrido, logran mantener su independencia de criterios.
En medio de la incertidumbre y a pesar de la fuerte emigración de sus sectores con mayores niveles educativos, Venezuela acoge una escena artística vibrante y compleja. Combatiendo la brevedad de los días, pude establecer intercambios iluminadores con algunos de sus protagonistas más intensos. Junto a ellos reconocí las impresionantes arquitecturas que en cierto momento insinuaron una utopía modernista para el trópico y hoy exhiben en su abandono el deterioro fáctico de nuestras historias compartidas. Juntos sorteamos también la creciente inseguridad de las avenidas de Caracas para contemplar la condición ahora alegórica de los monumentos más significativos del arte cinético internacional, algunos destruidos y otros reconstruidos pero trastornados por la hipertrofia de elementos protectores –vallas, fosas, tendidos eléctricos– que desnaturalizan su sentido original para convertirlos en hitos demasiado actuales. Toda una lección política de melancolía.
La densidad de esos recorridos –y la generosidad de mis acompañantes– ha enriquecido las colecciones de Micromuseo con piezas tan incitantes como algunas efigies de los “santos malandros", delincuentes fallecidos que acompañan al culto popular de María Lionza. Pero por el momento quisiera detenerme tan sólo en el excepcional video de David Palacios que ya he colgado en YouTube y en nuestra página web. La obra data de 2004 y su título deliberadamente explícito es Infografías: Ejercicios de fisiocromía y reportes de derechos humanos.
Aunque nacido en Cuba en 1967, David Palacios radica desde 1991 en Venezuela, país del que ahora (noviembre 2007) parte para reubicarse en Europa. En Caracas deja, no obstante, una secuencia incisiva de intervenciones artísticas cuyo tenor último podría verse resumido en este dramático y al mismo tiempo conceptual video. Una ironía sobre el formalismo extremo del cinetismo que es también, sin embargo, un homenaje sesgado a ese logro mayor de la estética modernista –en el momento de su crisis definitiva.
Una crisis política tanto como cultural, anunciada incluso por ese impresionante lema oficialista que al proclamar una “nueva geometría del poder” pervierte e instrumentaliza las formulaciones cinéticas. Así parece entender –y subvertir– Palacios, cuyo comentario artístico se articula desde la inquietud cívica. Para ello resignifica radicalmente la teoría y la práctica de Carlos Cruz Diez, trasmutando la pura vibración retiniana de sus fisiocromías en pruebas de color televisivas que a su vez se reconfiguran en campos estadísticos de violaciones a los derechos humanos bajo el actual régimen venezolano –en particular las detenciones arbitrarias practicadas por organismos de seguridad del Estado.
Mención aparte merece la aguda precisión de las citas, cuya escogencia y despliegue otorgan sutiles connotaciones críticas a las abstractas formulaciones verbales de Cruz Diez. Un logrado paralelo textual a la compleja operación icónica que el video además exalta mediante la gravedad de su banda sonora. Ese dramático fondo musical nos reubica en el (melo)drama y la tristeza de nuestros opacos tiempos, amagados por el oscurantismo y la malversación simbólica, la falsificación del lenguaje, con que antiguos discursos de liberación son utilizados para justificar nuevas opresiones. Apenas uno de los varios complejos sentidos que el curador venezolano Jesús Fuenmayor ha tan acertadamente articulado bajo la categoría de "políticas de la sinestesia".
No es un dato menor el que alguna de las fisiocromías aludidas por este video (como la obra pública denominada Andrés Bello) haya sido en los últimos años víctima ella también de la intolerancia y de la violencia, expresadas por una vandalización continua. Un sensible donativo del crítico Gerardo Zavarce me permitió incorporar varios de sus fragmentos al acervo de Micromuseo. Es una de nuestras más preciadas, más dolidas, piezas. Las ruinas del modernismo.
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