EL CRISTO DE LA DISCORDIA I: No a la violentación del Morro Solar
Transcribo con urgencia el manifiesto de alarma y resistencia cívica lanzado por el arquitecto Augusto Ortiz de Zevallos ante el inminente agravio contra el histórico Morro Solar de Chorrillos, en Lima. Un despropósito penosamente propiciado por el saliente presidente de la república, Alan García Pérez, al imponer la erección de un Cristo de proporciones y características hiperbólicas –treinta y siete (37) metros de altura y luces con más de veinte (20) colores diferentes– sobre uno de los espacios más distintivos de nuestro paisaje y de nuestra historia (allí se libraron algunas de las batallas finales por Lima durante la Guerra del Pacífico).
Prescindo de comentarios mayores, dada mi concordancia plena con este elocuente comunicado, pero me permito tres señalamientos puntuales:
1. Destacar que nada en esta discusión tiene que ver con la fe religiosa. De hecho, la Iglesia debería ser una de las opositoras principales a esta iniciativa que manipula y malversa tan groseramente los símbolos cristianos.
2. Insistir en que sea la autoridad la primera en cumplir la ley, sometiendo a consulta técnica y concurso general cualquier intervención en el espacio público. No hay derecho local o internacional o cósmico que autorice un ejercicio tan arbitrario y despótico del poder por parte de funcionario alguno, y en particular durante la agonía final de su régimen. No creemos estar bajo una dictadura fascista o comunista (¿cuál es la diferencia?). Devolvamos la ciudad a la ciudadanía.
3. Precisar que el modelo verdadero para el monumento megalómano de Alan no está en Río de Janeiro sino mucho más cerca, en Chosica, donde un alcalde inenarrable ha terminado de destruir con estructuras esperpénticas lo que antes fuera uno de los espacios urbanos más armoniosos y gratos del país. Me refiero, en este caso específico, al "Cristo de Corcovado" que Luis Bueno –acaso el burgomaestre más enjuiciado del Perú– perpetró inconsultamente para arruinar una de las vistas emblemáticas de los antes espléndidos cerros de esa ciudad. Podrá causar extrañeza la cortedad de miras del presidente García, pero en realidad nada sorprende ya después de su extravagante alianza con otro muy cuestionado alcalde, Carlos Burgos de San Juan de Lurigancho, para el desmembramiento absurdo de Lima Metropolitana.
Impresionante la persistencia con que en el Perú agravamos nuestras proverbiales carencias sometiéndones a mandatarios aún más carenciados (aunque excepciones hay).
En el país de los tuertos, el ciego es rey.
CONTRA LA VIOLENTACIÓN DEL PAISAJE DE LIMA
Arq. Augusto Ortiz de Zevallos
No hay ni razón ni derecho para que Lima sea violentada en su paisaje mas distintivo, el litoral y la bahía, con esta implantación de una gigantesca estatua que además de empequeñecer el histórico Morro Solar y alterar nuestro espacio urbano y natural es una parodia tardía de otra, el Cristo del Corcovado de Rio de Janeiro, cuyo simbolismo y correspondencia con su paisaje son otros y ajenos.
Lima es Lima. Una ciudad anterior y diferente de otras. Su paisaje, su geografia y su hechura urbana no son ni deben ser copias ni calcos ni ecos de otras. Y menos sin sentido de tiempo de significado y de lugar. Este anacronismo monumentalista y retórico, cuyo primer antecedente hace dos milenios fue el Coloso de Rodas, fue retomado en el siglo XIX en operaciones de prestigio nacional de tono imperial conmemorativo y grandilocuente como en los casos celebratorios de la Estatua de la Libertad, torres seguidoras de la Eiffel y faros u obeliscos. Modas que llegaron con su monumentalismo hasta los años 40 y siempre como distintivo de poderes e ideologias autoritarios. Franco, Stalin, Mussolini y por cierto Hitler, además de Mao y la Europa del Este de Ceaucescu o muchos regímenes militares, han entendido el espacio publico como uno subordinado para dar mensajes y no para vivir la ciudad como una experiencia creativa viva y plural. Por eso hace medio siglo o más que en las ciudades y mentalidades modernas estos gestos y presencias fetichistas no se hacen más. Y en todas ellas cualquier iniciativa de esta naturaleza sería materia de información, debate y consulta, además de la obvia exigencia intelectual para cualquier diseño que pretenda corresponder en tiempo y lugar a su encargo de tener pertinencia en sus referentes al país y la ciudad.
Y esta imposición violenta también la naturaleza laica de nuestra ciudad y nuestro país. El propio Haya de la Torre objetó y esclareció en su momento los gestos de similar grandilocuencia que quiso implantar un régimen autoritario.
Esto es un despropósito sin sentido ni validez. Ni estética ni histórica ni simbólica. Es un gesto desmesurado y autoritario que invade una vez más el fuero municipal y devalúa la ciudadanía de los limeños al imponerles por sorpresa y con una politica de hechos consumados lo que la ciudad ni conoce ni necesita ni aprueba.
Los ciudadanos de Lima exigimos detener este abuso.
No a la estatua del Morro.
Lima es Lima. Una ciudad anterior y diferente de otras. Su paisaje, su geografia y su hechura urbana no son ni deben ser copias ni calcos ni ecos de otras. Y menos sin sentido de tiempo de significado y de lugar. Este anacronismo monumentalista y retórico, cuyo primer antecedente hace dos milenios fue el Coloso de Rodas, fue retomado en el siglo XIX en operaciones de prestigio nacional de tono imperial conmemorativo y grandilocuente como en los casos celebratorios de la Estatua de la Libertad, torres seguidoras de la Eiffel y faros u obeliscos. Modas que llegaron con su monumentalismo hasta los años 40 y siempre como distintivo de poderes e ideologias autoritarios. Franco, Stalin, Mussolini y por cierto Hitler, además de Mao y la Europa del Este de Ceaucescu o muchos regímenes militares, han entendido el espacio publico como uno subordinado para dar mensajes y no para vivir la ciudad como una experiencia creativa viva y plural. Por eso hace medio siglo o más que en las ciudades y mentalidades modernas estos gestos y presencias fetichistas no se hacen más. Y en todas ellas cualquier iniciativa de esta naturaleza sería materia de información, debate y consulta, además de la obvia exigencia intelectual para cualquier diseño que pretenda corresponder en tiempo y lugar a su encargo de tener pertinencia en sus referentes al país y la ciudad.
Y esta imposición violenta también la naturaleza laica de nuestra ciudad y nuestro país. El propio Haya de la Torre objetó y esclareció en su momento los gestos de similar grandilocuencia que quiso implantar un régimen autoritario.
Esto es un despropósito sin sentido ni validez. Ni estética ni histórica ni simbólica. Es un gesto desmesurado y autoritario que invade una vez más el fuero municipal y devalúa la ciudadanía de los limeños al imponerles por sorpresa y con una politica de hechos consumados lo que la ciudad ni conoce ni necesita ni aprueba.
Los ciudadanos de Lima exigimos detener este abuso.
No a la estatua del Morro.
Patético modelo de la megalomanía monumental
que el agónico régimen de García
pretende imponer al histórico Morro Solar de Chorrillos.
que el agónico régimen de García
pretende imponer al histórico Morro Solar de Chorrillos.
Etiquetas: Alan García, ciudadanía, Cristo, Morro Solar, Ortiz de Zevallos
1 Comentarios:
el cristo del morro solar en lima en temas de cuyuntura electoral todavia esta siendo utilizado para tapar como cortina de humo los vedaderos conflictos sociales del interior pais asociado a la religiosidad como icono,
arzobispo cipriani aparece como gran defensor de un monumento que no nos corresponde por la identidad nacional y alan garcia parece actuar como un dictador imponiendo sus caprichos personales.
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal