Hasta este 7 de octubre permanece
en la Galeria Lucía de La Puente,
del distrito limeño de Barranco,
la última exposición individual
de Giancarlo Vitor.
Una muestra sutilmente perturbadora,
por razones que pretende insinuar
este breve texto, acometido
por Susana Torres y Gustavo Buntinx.
Al alimón.
(La redacción conyugal).
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 54 x 120 cm, aprox.
MARCANDO TERRITORIO
Hay una polisemia inquietante en la palabra y en el concepto mismo de territorio. Puede ser un área determinada por un Estado, pero también, de manera más esencial, por una persona. O por un simple animal.
Es un espacio a veces demarcado.
Marcado siempre.
En sus últimas obras Giancarlo
Vitor trabaja esa territorialidad como experiencia
de lugar, pero desde una condición periférica. En un sistema de las artes
del que se siente cada vez más extrañado. Y en una circunstancia vital que lo
asedia: la de su vivencia amenazada en la chacra familiar que le servía de
vivienda, y ahora de taller, en los campos crecientemente amagados de Cieneguilla.
Las afueras de nuestra caótica Lima, la capital de un país centralista pero
descentrado, sin otra ley y orden que la especulación y las corrupciones
interminables propiciadas por la incompetencia estatal y la anarquía
generalizada. Con nuestros valles otrora espléndidos convertidos ahora en barriadas
y botaderos clandestinos.
En el camino es la
naturaleza misma la que se desnaturaliza. Como de manera análoga lo hace
también la experiencia artística, devorada por su propio éxito bajo los nuevos
términos mercantiles impuestos desde la revolución capitalista que trastorna a
nuestro país.
Son esos trances los que
habitan las producciones nuevas de Vitor. Su cotidianeidad, pero también su
arte, sobreviven entre constantes negociaciones y tensiones. Su arte, pero
también su vida, orbitan en el descentramiento. Una oscilación excéntrica en
torno a esos ejes que llamamos “ciudad”, “campo”, “centro”, “periferia”, “cultura”,
“natura”, “modernidad”, “postmodernidad”…
También “estilo”, o “tendencia”:
en un giro de sutil resistencia, esta exposición de Vitor deriva hacia
sugerencias indefinidas su hiperreal talento para la pintura exacta. Con
resultados perturbadores por su ambigüedad.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 120 x 210 cm
El tiempo detenido de un
reluciente auto desmantelado ––que, no obstante, podría asociarse con la serie policial
“Starksy y Hutch”. O la poesía austera del cactus dejado como ofrenda en una
“animita”, una tumba carretera ––cuya inscripción, sin embargo, remite al
protagonista de otra serie local, el ya mítico detective Gamboa de los años
ochenta. Los años de la guerra.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 50 x 50 cm
Restos de una infancia
dislocada, y recuperada ahora por sus libres asociaciones con instantáneas de
un presente también ominoso. Según la mirada.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 25 x 16 cm
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 12 x 19 cm
Como en las insinuaciones
opuestas de una encendida puesta de sol entre los árboles. Que es también una
llamarada. Gente acechante en las colinas, resplandores lejanos. Y algo turbio ––acaso
un cuerpo–– que asoma entre las aguas. O la belleza árida de los cerros de Lima,
trastocada por el perfil vigilante de las esteras y siluetas lejanas que
anuncian los avances de la especulación inmobiliaria. Una naturaleza sitiada
por el gran capital que disimula sus avideces organizando el teatro de la
carencia habitacional.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 30 x 30 cm
Y desde el corazón de todo ello, la
novia aparente (su esposa) que en un cuadro contempla y cela la escena idílica del
niño (su hijo) explorando la arboleda. Mientras en otra pintura ella empuña rígida
la carabina. Sin desprenderse de su albo traje nupcial. Con destellos blancos
que la vegetación del fondo parece extremar.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Acrílico sobre tela: 150 x 150 cm
Es significativo el que esa mujer
evite siempre nuestra mirada. Y se ubique en un desdibujado umbral. (Hay una
comparación inevitable con las fotografías sobrecogedoras de las ronderas
ayacuchanas, tomadas en 1997 por Paul Vallejos para la revista Caretas).
Paul Vallejos (revista Caretas)
Rondera
1997
Fotografía tomada en los campos de Ayacucho, Perú
Son probablemente varias las historias, personales y sociales, encriptadas en la polisemia de imágenes tan intensas. La violencia y la belleza de
estos cuadros de Vitor es la de una condición fronteriza. Vivir y habitar el
margen. De la polis y de la policía. Pero asimismo de la institución y de la
moda. Y de las tendencias artísticas.
También el circuito
plástico es una ciudad incierta, un orden arbitrario y ajeno que te succiona y
desaparece con sus constantes demandas de renovación, de celeridad, de actualidad.
Pero nada más actual que lo atemporal de lo propio. Y lo pausado. Las acumulaciones
lentas de una pintura y una naturaleza y una condición humana arrinconadas.
Existencias en el borde, al borde. De la extinción y del olvido.
Giancarlo Vitor
Sin titulo
2014
Aided ready-made: 130 x 340 cm, aprox.
(cincuenta y cinco desechos encontrados y recortados
en formatos aproximados de 20 x 20 cm, cada uno)
Contra esa condena Vitor crea. Se atrinchera y espera. Y, como los animales, marca territorio. Con los desechos y excrementos de sus obras. A veces fácticamente: es quizá una trama urbana, pero también una cerca, la secuencia de “losetas” logradas con pulcros recortes de los desperdicios que transforman nuestros campos en basureros. Y en dos piezas cruciales el artífice utiliza como materia primordial la bosta producida por las vacas de su chacra. Mierda arrojada como arte al sistema finalmente escatológico de las artes.
Giancarlo Vitor
Bullshit
2014
Bosta de vaca con germinados de lechuga, malla interior de alambre:
400 x 300 cm, aprox.
Bullshit…, rezan las letras así esculpidas por uno
de esos trabajos. Hay allí, claro, una tautología irónica. Pero sobre todo una réplica
––literal y figurada–– a los mandatos del arte conceptual, hoy instrumentalizado
por el mercado que antes ese arte pretendiera desquiciar: como complemento
preciso de esta textualidad plástica, Vitor modela con la misma técnica una
cabeza académica de Marcel Duchamp. Trastornada por el golpe seminal de la
pintura blanca lanzada sobre la materia fecal. Leche y mierda (Bernardo
Bertolucci, Il Novecento).
Giancarlo Vitor
R. Mutt
2014
Bosta de vaca, malla interior de metal, pintura látex, madera:
80 x 40 x 40 cm, aprox.
Una materialidad que nos impacta por
sus elocuencias múltiples. Sus ambivalencias. Las heces son también abono, como
nos lo recuerdan los brotes vegetales que ya germinan desde estas piezas. Y
eventualmente las desintegrarán.
Giancarlo Vitor
Bullshit
2014
(Detalle)
Las heces son también
abono. Y la basura puede ser un sedimento. Ese abandono desde el que se
construye una permanencia.
Lo relativo, finalmente, de
todo.
Bullshit: sólo el desecho es real.
Palabrerías todo lo demás.
(Susana Torres / Gustavo Buntinx)
Instalación de las obras R. Mutt y Bullshit
en la Galería Lucía de la Puente
2014
Postdata:
Palabrerías, también,
quizá, las de este texto. Pero atención a sus texturas.
Y las de las obras que lo
impactan. Como la belleza desconcertante del mosaico construido por Vitor con
los restos de nuestra opulenta miseria (post)industrial. Y (sub)urbana.
Fragmentos irregulares pero
homologados por una mirada estética que es a la vez social. Rótulos carcomidos,
grafitis truncos, envases seccionados, circuitos descompuestos. Vinilos sin
surcos (precisamente). Y, en varias significativas ocasiones, fragmentos de las
precarias carrocerías que revisten la inseguridad estructural del transporte
informal. Con sus “rutas” inciertas, todavía visibles sobre las latas
herrumbradas.
La utopía y ruina de esas
rutas es también la de estos rescates. Descartes múltiples cuya dispersión de
formas seductoras se ve paradójicamente exaltada por la grilla que las analoga
bajo el formato racional de una estricta secuencia de cuadrados.
Cuadros sensoconceptuales:
una textualidad nueva asoma desde la yuxtaposición inconexa de texturas opuestas.
Maderas, mimbres, fierros, cementos. Todo roto siempre todo.
El desmonte de nuestra
(post)modernidad hecha pedazos.
El cruce
"subdesarrollado" de lo pop
y lo minimal y lo informalista.
Materia material (Carlos
Cueva).
Ferozmente política.
En clave raigalmente poética.
(GB)
Giancarlo Vitor
Fragmentos de obra sin título
2014