REVOLUCIÓN EN LA REVOLUCIÓN XIII: Que la ola árabe de revoluciones liberadoras llegue a Cuba y Venezuela
Viva Cuba libre:
Los Aldeanos y el nuevo arte revolucionario de Cuba en la lucha
contra la dictadura vitalicia y hereditaria de los hermanos Castro
Los Aldeanos y el nuevo arte revolucionario de Cuba en la lucha
contra la dictadura vitalicia y hereditaria de los hermanos Castro
CONTRA EL INENARRABLE APOYO DE CASTRO, CHÁVEZ Y ORTEGA
A LA TIRANÍA ASESINA DE GADAFIHace unas semanas intercambiaba alturadamente opiniones con un curador que podría definirse como joven y explícitamente enrolado en las filas del pensamiento crítico. Me manifestaba él su acuerdo básico con las varias entradas que en esta bitácora hemos colgado sobre las cruciales luchas por la libertad en Cuba. Un tema de radical urgencia –casi una prueba de fuego– para cualquier ánimo que en América Latina pueda proclamarse democrático y de genuina izquierda.
Sin embargo mi interlocutor me manifestaba la inconveniencia de hacer públicas esas posiciones en un medio artístico todavía sometido a las fantasías políticas reaccionarias que han hecho del socialismo un pretexto para la justificación de dictaduras vitalicias y hereditarias, como en Cuba y a la larga también en Venezuela. Resulta complicado y desgastante, me explicaba, enfrentar las retóricas y las estructuras (económicas y mentales) aún vigentes para cierta intelectualidad en relación a ese y otros regímenes totalitarios. Más pragmático, insistía el colega, era cultivar una agenda crítica desde los convencionales y establecidos términos de la lucha estandarizada contra el "neoliberalismo", aunque reconocía que este último era un término de casi ninguna utilidad seria, por haber sido utilizado con tanta arbitrariedad para cualquier cosa que el demagogo de turno considerara antagónico.
Mi discrepancia con tales conformismos es tajante. El pensamiento crítico lo es sólo cuando se atreve a serlo también hacia las mistificaciones y aberraciones que lastran incluso la praxis del propio campo en el que pretendemos actuar. No es enarbolando por enésima vez la estampa trillada del Che Guevara que podremos contribuir a las renovaciones políticas y culturales tan urgidas en nuestro continente, sino cuestionando radicalmente, desde las raíces mismas –como el mismo Marx reclamaba– el sentido común capturado y petrificado por las Medusas de una mal llamada izquierda.
La necesidad imperiosa de ello se vio confirmada hace un par de días cuando, uno tras otro, Fidel Castro, Daniel Ortega y Hugo Chávez proclamaron su adhesión a Guamar Gadafi. Un régimen aberrante que hoy agoniza en Libia, abandonado hasta por su propio cuerpo diplomático mientras el líder esperpéntico de la supuesta "Revolución Verde" bombardea al pueblo y fusila a los pilotos que se niegan a participar en esa masacre desesperada.
Asistimos, así, no sólo a la caída de las tiranías populistas del norte de África sino también al último desmoronamiento moral de nuestra izquierda oficial. La primera y más actual tarea de la izquierda genuina es terminar de una vez con la gran pesadilla histórica en que se ha convertido el otrora sueño revolucionario de América Latina. Que los vientos liberadores del mundo árabe inspiren las enterezas y los heroismos necesarios para que la democracia se manifieste también en Cuba y Venezuela.
Sin embargo mi interlocutor me manifestaba la inconveniencia de hacer públicas esas posiciones en un medio artístico todavía sometido a las fantasías políticas reaccionarias que han hecho del socialismo un pretexto para la justificación de dictaduras vitalicias y hereditarias, como en Cuba y a la larga también en Venezuela. Resulta complicado y desgastante, me explicaba, enfrentar las retóricas y las estructuras (económicas y mentales) aún vigentes para cierta intelectualidad en relación a ese y otros regímenes totalitarios. Más pragmático, insistía el colega, era cultivar una agenda crítica desde los convencionales y establecidos términos de la lucha estandarizada contra el "neoliberalismo", aunque reconocía que este último era un término de casi ninguna utilidad seria, por haber sido utilizado con tanta arbitrariedad para cualquier cosa que el demagogo de turno considerara antagónico.
Mi discrepancia con tales conformismos es tajante. El pensamiento crítico lo es sólo cuando se atreve a serlo también hacia las mistificaciones y aberraciones que lastran incluso la praxis del propio campo en el que pretendemos actuar. No es enarbolando por enésima vez la estampa trillada del Che Guevara que podremos contribuir a las renovaciones políticas y culturales tan urgidas en nuestro continente, sino cuestionando radicalmente, desde las raíces mismas –como el mismo Marx reclamaba– el sentido común capturado y petrificado por las Medusas de una mal llamada izquierda.
La necesidad imperiosa de ello se vio confirmada hace un par de días cuando, uno tras otro, Fidel Castro, Daniel Ortega y Hugo Chávez proclamaron su adhesión a Guamar Gadafi. Un régimen aberrante que hoy agoniza en Libia, abandonado hasta por su propio cuerpo diplomático mientras el líder esperpéntico de la supuesta "Revolución Verde" bombardea al pueblo y fusila a los pilotos que se niegan a participar en esa masacre desesperada.
Asistimos, así, no sólo a la caída de las tiranías populistas del norte de África sino también al último desmoronamiento moral de nuestra izquierda oficial. La primera y más actual tarea de la izquierda genuina es terminar de una vez con la gran pesadilla histórica en que se ha convertido el otrora sueño revolucionario de América Latina. Que los vientos liberadores del mundo árabe inspiren las enterezas y los heroismos necesarios para que la democracia se manifieste también en Cuba y Venezuela.
Etiquetas: Castro, Chávez, Cuba, democracia, Gadafi, Libia, Ortega, revolución, Venezuela