Micromuseo - Bitácora

miércoles, 27 de febrero de 2013

VALLA VALLEJO (PIEZA DEL MES - FEBRERO 2013)



Mariana Barreto / Stephan Gruber / Eliana Otta /
Juan Carlos Rodríguez Manco / Victor Vich /
(sobre la base de incontables diseños virales
y aNÓnimos) 

Sin título
[Valla Vallejo]
 
2013

Cuatro imágenes digitales
(memes

MICROMUSEO ("al fondo hay sitio")
Donación de los artífices a la ciberesfera
(y a todas las esferas terrenas)



El Perú es hoy esa extraña república donde, en NOmbre de la democracia, se admite la falsificación o la abierta compra de firmas –incluso por paquetes de fideos o de galletas– para forzar comicios que desestabilizan a la democracia misma. Me refiero, claro, a la inverosímil cadena de irregularidades que imponen un plebiscito de revocatoria contra el gobierNO entero de la ciudad de Lima. Y ello apenas a la mitad de su mandato, sin que exista de por medio argumento alguNO de corrupción, siNO más bien un cierto consenso sobre las inéditas prácticas de lucha contra ella que identifican a la actual gestión.

Todo muy instructivo de cómo los mecanismos de la llamada democracia directa –supuestamente identificada con una “izquierda” ilusa– terminan instrumentalizados por la “derecha” más inescrupulosa para perpetuar los peores vicios clientelistas. (Explico las comillas: las distinciones que realmente significan son éticas, NO ideológicas).

Algunas lecciones filosóficas –también políticas– habría que derivar de estos absurdos históricos. Pero más vale encender un cirio que maldecir la oscuridad, y pese a las miserias de los tiempos contamos todavía con candelabros enteros de luces nuevas a ser prendidas. 

Como las que impresionantemente han encendido tantos creativos espontáneos al multiplicar su ingenio en los incontables memes que en pocos días fecundaron todos los óvulos de la ciberesfera política peruana. Tras meses de soportar las campañas mediáticas más nefastas, la ciudadanía electrónica retoma la iniciativa cultural para revertir las conNOtaciones negativas de la palabra “NO”, reivindicando el rechazo a la revocatoria como encarnación de valores de justicia y de dignidad y de limpieza.

El concepto inicial, es cierto, proviene de las pocas vallas publicitarias que pudieron ser contratadas para la campaña. Pero la potencia genuina de ese mensaje radica sobre todo en la fluidez mutante de su transmisión viral. Y su transfiguración vital: es arrebatador el derroche lúdico de inteligencias y pasiones creativas en el torrente interminable  de variaciones icónicas provocadas por el entrecruzamiento de pulsiones artísticas y políticas.

Por el momento privilegiamos acá apenas algunas de esas imágenes, debido a su condensación brillante de ambas categorías últimas –el arte, la política– en un juego de subversiones que desestabiliza al mismo tiempo los referentes de la alta cultura (poetas, pintores, psicoanalistas) y los códigos de la publicidad masiva (los letreros inmensos que saturan nuestras autopistas). Contrapuntos potenciados por la ficción de un soporte físico –las vallas– que en realidad es su simulacro virtual. La altisonancia celeste de la palabra “NO” en cada frase citada contrasta con la sutileza de ese punctum incisivo que es el preservar la conNOtativa marca de la empresa propietaria de los carteles: “punto visual”, precisamente. 

Precisamente: la cita al Magritte de “esto NO es una pipa” resulta una estupenda puesta-en-abismo de la operación toda. Una operación simbólica, un operativo sígnico, que en su propio proceso subvierte además cualquier mistificación jerarquizante de la creación estética: cada uNO de estos memes es producto de la tormenta grupal de ideas entre los participantes de la maestría de estudios culturales conducida por Gonzalo Portocarrero y Víctor Vich. Compañeros y amigos que –con alguna excepción– NO se autodefinen como artistas. Pero pueden ser aquí reivindicados plenamente como artífices, una categoría vasta articulada por Micromuseo para colapsar las distinciones obsoletas entre creatividades diversas.

NO reprimir siNO productivizar la diferencia. También es esa posibilidad liberadora la que estas elecciones ponen en juego. Tal vez por ello tantas expresiones del civismo y de la inteligencia han tomado tan claramente partido. Lo hacemos igualmente NOsotros, asumiendo cada una de las insinuaciones en el meme aquí protagonizado por César Vallejo. Un meme culminante por ese verso capital que pareciera resumirlo todo, casi proféticamente: “confianza en la madre, NO en los nueve meses”.

Confianza en la polis, NO en la “política”. En los procesos largos de construcción de comunidad y de conciencia, NO en el efectismo demagógico de retóricas inmediatistas.
Devolvamos la ciudad a la ciudadanía. 


Gustavo Buntinx

(Como el texto señala,
la pulsión creativa del conjunto de estos memes
surge de una discusión compartida.
Hasta donde he podido determinar,
la autoría de los conceptos específicos corresponde a:
Mariana Barreto, Juan Carlos Rodríguez Manco y Víctor Vich [César Vallejo],
Stephan Gruber [René Magritte],
Eliana Otta [Jacques Lacan],
y otra vez Juan Carlos Rodríguez Manco [Luis Hernández].
S.e.u o.)










sábado, 16 de febrero de 2013

EL ESCUDO DE GONZALO GARCÍA CALLEGARI (PIEZA DEL MES - ENERO 2013)



Reactivo esta bitácora iniciando en ella la reedición 
de las "piezas del mes" que Micromuseo publica en su web.
Para mayor orden y concierto, 
empiezo con la obra asociada a enero,
y por lo tanto la primera de este año 2013.


Gonzalo García Callegari
Sin título
(de la serie Peruanismos)
2012
Impresión offset sobre plancha de metal
(Tiraje: 350)
50 x 50 cm
MICROMUSEO ("al fondo hay sitio")
Donación: STUDIOa, 2012
(En reconocimiento por la redacción del texto
que acompaña a la obra)
 


MARCA PERÚ

La revolución capitalista de los últimos años impone al Perú las transformaciones estructurales más importantes de su vida republicana. Una acumulación impresionante de cambios cuantitativos que dan ya el salto dialéctico hacia la modificación cualitativa del ser social y de la conciencia. Del ethos nacional mismo.

Síntoma festivo de todo ello es la recuperación vital, popular, de nombres y emblemas patrios antes fatigados por el ceremonial burocrático. Transiciones que amagan incluso a las subculturas contestatarias del arte, donde antaño la representación heráldica era somatizada desde la irrisión o el (melo)drama. O incluso desde las frotaciones pasionales ofrecidas por el inquietante video de Moico Yaker que hace poco más de un año fuera también nuestra pieza del mes.

A esos trances pareciera aludir el escudo ambivalente de Gonzalo García Callegari. No una iconización estática –de cualquier signo– sino el señalamiento de su condición mutable.

Un escudo liminar: al despliegue luminoso de los símbolos en su esplendor (hasta los laureles fructifican) el artífice opone, en toda la mitad siniestra, la ruina alegórica de esos mismos elementos. Oros carcomidos, vicuñas esqueléticas, palmas marchitas. Y una corona cívica cuyo flanco se deshace en encinas descompuestas, excrementicias casi.

Las promesas eclipsadas de la vida peruana. Ese país de abandonos y despojos que habita aún nuestras memorias. Y en demasiados casos todavía nuestras vivencias. ¿Residuales?
El pasado que ansío dejar, explica Callegari. Y al costado, el presente que se inicia, el futuro al que se aspira. Un devenir tan esperanzado y fáctico como sin embargo incierto. El programa iconográfico de esta obra impone la lectura lineal –izquierda, derecha– de una secuencia progresiva, progresista. Pero en el inconsciente de la imagen asoma el fantasma de lo otro que asedia a nuestra prosperidad reciente: la reversibilidad de la historia.

Esta celebración icónica es también un memento mori.

Gustavo Buntinx