Previo
Reelaboro y reedito este texto de 2007,
en solidaridad con las luchas actuales
del pueblo venezolano
contra la opresión política
(hasta el papel prensa le es negado
a los periódicos de la oposición)
y el delirio económico
(la “multiplicación de los penes” [sic]).
Pero sobre todo y en esencia
contra la malversación simbólica
que trastoca el sentido mismo de las palabras
y de la historia, cuando el poder autoritario
descalifica como “nazi-fascista”
la resistencia democrática
al creciente recorte de libertades
por el fascismo neo-populista del propio régimen.
Cómo no pensar en los abominables “grupos de tareas”
de la dictadura de Videla en Argentina
o la de Pinochet en Chile
al vernos confrontados por las terribles imágenes
de paramilitares chavistas en jaurías de motocicletas,
que secuestran, golpean, violan y asesinan estudiantes
en las calles y calabozos de Caracas.
¿Dónde la revolución, dónde?
✝ ✝ ✝
Aunque nacido en Cuba en 1967, David Palacios radica desde 1991 en Venezuela, país del que parte a fines de 2007 para reubicarse en Europa. En Caracas deja, no obstante, una secuencia incisiva de intervenciones artísticas cuyo tenor final podría verse resumido en este emotivo y al mismo tiempo muy conceptual video. Una ironía sobre el formalismo extremo del cinetismo que es también, sin embargo, un homenaje sesgado a ese logro mayor de la estética modernista ––en el momento de su crisis definitiva.
Una crisis política tanto como cultural, anunciada incluso por algún alucinado lema del autoritario populismo chavista. Ese fascismo latinoamericano del siglo XXI que al proclamar una “nueva geometría del poder” pervierte e instrumentaliza la utopía de las formulaciones cinéticas. Así parece entender ––y subvertir–– Palacios, cuyo comentario artístico se articula desde la inquietud cívica. Para ello resignifica radicalmente la teoría y la práctica de Carlos Cruz-Diez, trasmutando la pura vibración retiniana de sus fisiocromías en pruebas de color televisivas que a su vez se reconfiguran en campos estadísticos de violaciones a los derechos humanos bajo el actual régimen venezolano ––en particular las detenciones arbitrarias practicadas por organismos de seguridad del Estado.
Mención aparte merece la aguda precisión de las citas, cuya escogencia y despliegue otorgan sutiles connotaciones críticas a las abstractas formulaciones verbales de Cruz-Diez. Un logrado paralelo textual a la compleja operación icónica que el video además exalta mediante la gravedad de su banda sonora: el conmovedor Adagio para cuerdas (1936) de Samuel Osborne Barber (1910-1981), consignado por la BBC como la más triste de las composiciones en el repertorio de la música erudita occidental. Ese dramático fondo musical nos reubica en el (melo)drama y el lamento de nuestros opacos tiempos, amagados por el oscurantismo y la malversación simbólica con que antiguas retóricas de liberación son utilizadas para justificar nuevas opresiones. Apenas uno de los varios complejos sentidos que el curador venezolano Jesús Fuenmayor ha tan acertadamente articulado bajo la categoría de "políticas de la sinestesia".
“Mi estética, en pocas palabras, la resumo como la eficacia de una evidencia”, reza la cita de Cruz-Diez que estratégicamente cierra el sentido y la emoción de este video notable, tan conmovedor como agudo.
No es un dato menor el que alguna de las fisiocromías aludidas por este video (como la impresionante obra pública denominada Fisiocromía Andrés Bello, de 1982) haya sido durante el chavismo víctima ella también de la intolerancia y de la violencia, expresadas por una vandalización continua. Y luego por reconstrucciones retóricas trastornadas por la hipertrofia de elementos protectores ––vallas, fosas, tendidos eléctricos–– que desnaturalizan su sentido original para convertirlos en hitos demasiado actuales. Toda una lección política de melancolía.
Ante semejantes trances el crítico y curador Gerardo Zavarce elaboró nuevas prácticas de arqueología crítica, salvando varios de los fragmentos abandonados de la Fisiocromía Andrés Bello, algunos de los cuales luego donaría a MICROMUSEO. Restos reconstituidos como obra mediante ese rescate que, sin tal vez quererlo, funda también una autoría nueva, la del intelectual que entre los escombros de la historia del arte revela los de la historia a secas.
El resultado es una de nuestras más preciadas, más dolidas, piezas. Las ruinas del modernismo.
Gustavo Buntinx
(2007 - 2014)
Gerardo Zavarce.
[Las ruinas del modernismo].
2007.
Arqueología crítica
(rescate de fragmentos cerámicos originales de la Fisiocromía Andrés Bello,
obra pública realizada por Carlos Cruz-Diez en 1982,
totalmente destruida durante el chavismo
y luego “restaurada” por el mismo régimen).
11.2 x 15.5 cm, 10 x 11.5 cm, 11.5 x 12.5 cm, 6.7 x 6.5 cm,
6 x 4 cm, 5 x 4 cm, respectivamente.
(Título sugerido por Gustavo Buntinx).
(Fotografía: Sophia Durand).
MICROMUSEO (“al fondo hay sitio”).
La Fisiocromía Andrés Bello, de Carlos Cruz-Diez,
antes, durante y después de su vandalización sistemática
durante el régimen chavista
(reconstruida luego con otros materiales).
Bassil Alejandro Da Cost, fatalmente abaleado por paramilitares chavistas,
auxiliado por manifestantes de la oposición democrática.
Uno de ellos, Roberto Redman,
sería a su vez asesinado pocas horas después.
(Chacao, Caracas, 13 de febrero de 2014).
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