MUSEO DE ARTE EN LLAMAS (PIEZA DEL MES - MARZO 2014)
Las intensidades de la vida real me apartan de las demandas de la existencia virtual. Procuro compensar en algo esos descalces actualizando la difusión de las "piezas del mes" de Micromuseo en varios posts sucesivos.
Comienzo con una pieza histórica de 1990, la deslumbrante "obra menor" de Jaime Higa que acompañó nuestra exposición en la última edición de Art Lima, el pasado mes de marzo de 2014.
Comienzo con una pieza histórica de 1990, la deslumbrante "obra menor" de Jaime Higa que acompañó nuestra exposición en la última edición de Art Lima, el pasado mes de marzo de 2014.
Jaime Higa
Museo de Arte en llamas
1990
Pastel (Jaime Higa)
y serigrafía (colectivo Restauración / No Restauración) sobre cartulina:
61 x 49 cm, aprox.
MICROMUSEO ("al fondo hay sitio")
Adquisición: octubre de 1990
Hay imágenes icónicas paradójicamente
surgidas de motivaciones en apariencia anecdóticas. Figuraciones que
condensan las intensidades de una época, pero desde situaciones casi
circunstanciales. Es el caso del excepcional Museo de Arte en llamas,
realizado por Jaime Higa en 1990, cuando las violencias múltiples de
nuestra guerra incivil habían descendido ya con fuerza sobre Lima y el
imaginario apocalíptico marcaba varios horizontes culturales del
momento. Destrucción y desconstrucción eran categorías que pretendían
hegemonizar cierta discusión teórica y artística, en oposición al ánimo
reconstructivo de otras franjas crecientemente asediadas por el
tanatismo y el desánimo imperantes.
En esa pugna
desigual nos vimos comprometidos quienes procurábamos recuperar una
opción vitalista y ciudadana, incluso edificante, desde la escena
plástica. Cuando, en 1990, fui brevemente designado director del Museo
de Arte Italiano (MAI), se desplomó el falso techo de uno de sus dos
grandes ábsides. Probablemente el mismo día (el azar no existe). En vez
de llorar sobre los escombros derramados, procuré entonces resignificar
de manera creativa ese deterioro, convocando a un grupo amplio de
artífices para un complejo proceso colectivo. El resultado fue Restauración / No restauración,
un conjunto de intervenciones realizadas desde los espacios y
colecciones de la institución, bajo las incitaciones de una interrogante
provocadora: “¿Qué significa hacer museología en un país que se
desmorona?”. (1)
La
experiencia se inauguró en los idus de octubre, fecha sugerente que,
sin embargo, distanciaba el inicio de la retrospectiva precoz de Jaime Higa
luego realizada en los mismos ambientes bajo el título de Texto / Textura. (2) Pero las comprensibles impaciencias de ese expositor energizaron el
aporte propio con el que él también quiso acompañar los trabajos y los
días consumidos por los preparativos de la muestra antelada. Con una
mezcla de exasperación y buen ánimo, contribuyó a las transformaciones
solicitadas de la serigrafía que multiplicaba la fachada del MAI para
provocar reelaboraciones críticas de la idea misma de museo.
Quizá evocando la piromanía museal de ciertas vanguardias retóricas, Higa trastornó las líneas elegantes de esa arquitectura mediante impresionantes lenguas de fuego con colores ígneos trabajados al pastel sobre el negro rotundo de la cartulina utilizada como soporte. Una imagen de irradiante visualidad potenciada por la explosión de sentidos en el subrayado juego de palabras que iluminaba también el vacío inferior de la composición: “PASADO MAÑANA PASADO MAÑANA PASADO MAÑANA”. Una frase letánica en principio alusiva a las esperas obligadas para la concreción de la muestra propia. Pero en definitiva asociada a los desesperos de la época: acaso sin proponérselo, con su flamígero museo en llamas (¡viva la redundancia!) Higa logra una imagen excepcional que literalmente incendia la idea de futuro. Y de pasado (pasado / mañana). En el arte y en la historia.
Quizá evocando la piromanía museal de ciertas vanguardias retóricas, Higa trastornó las líneas elegantes de esa arquitectura mediante impresionantes lenguas de fuego con colores ígneos trabajados al pastel sobre el negro rotundo de la cartulina utilizada como soporte. Una imagen de irradiante visualidad potenciada por la explosión de sentidos en el subrayado juego de palabras que iluminaba también el vacío inferior de la composición: “PASADO MAÑANA PASADO MAÑANA PASADO MAÑANA”. Una frase letánica en principio alusiva a las esperas obligadas para la concreción de la muestra propia. Pero en definitiva asociada a los desesperos de la época: acaso sin proponérselo, con su flamígero museo en llamas (¡viva la redundancia!) Higa logra una imagen excepcional que literalmente incendia la idea de futuro. Y de pasado (pasado / mañana). En el arte y en la historia.
Signo de los tiempos.
Gustavo Buntinx
Emilio Hernández Saavedra
El Museo de Arte borrado
1970
Offset sobre papel: 22 x 21.80 cm
MICROMUSEO (“al fondo hay sitio”)
El Museo de Arte borrado
1970
Offset sobre papel: 22 x 21.80 cm
MICROMUSEO (“al fondo hay sitio”)
Postdata
Atención
a las referencialidades otras en la obra de Higa. Imaginarios
compartidos con otros desarrollos simultáneos en la plástica peruana,
alusivos a las extremidades pero además a las frustraciones proverbiales
de nuestra historia. Es el caso de tres trabajos esenciales que también
forman parte de la colección de Micromuseo. El primero es una pieza
mínima pero crucial, lograda por Emilio Hernández Saavedra en 1970: El Museo de Arte borrado,
apenas un recorte en la fotografía impresa del Paseo Colón de la
capital, donde precisamente se ubica el Museo de Arte de Lima. Se
configuraba así una carencia repleta de sentidos. Y una imagen decisiva
para lo que luego he teorizado como el gran vacío museal peruano.
Juan Javier Salazar
Perú, país del mañana(Proyecto para hacer un mural, cuando tenga el dinero, mañana)
1981-1990
Técnica mixta sobre madera triplay
240 x 840 cm
MICROMUSEO (“al fondo hay sitio”)
(Detalle)
El segundo es Perú, país del mañana,
paródico título del “proyecto para hacer un mural, cuando tenga el
dinero, mañana”, iniciado por Juan Javier Salazar en 1981 y culminado
todavía nueve años después, apenas meses antes de que Higa hiperbolizara
esas ironías.
En el mismo momento
Carlos Enrique Polanco lograba el tercero de los antecedentes que aquí
importa entrelazar. Se trata de una de sus pinturas mayores —Actor actuando (La Muerte)— con el incendio de la capital como telón de fondo para una compleja alegoría macabra.
Macabra y demasiado
real: el 7 de febrero de 1992, un coche-bomba senderista explosionó
frente a la sede central de la SUNAT (Superintendencia Nacional de
Aduanas y Administración Tributaria). La onda expansiva impactó al
cercano MAI, destrozando el delicado vitral italiano que interpretaba en
gran formato el cuadro La primavera, de Sandro Botticelli.
La guerra había llegado al museo.
Carlos Enrique Polanco
Actor actuando (La Muerte)
1990
Óleo sobre tela: 135 x 105 cm
MICROMUSEO (“al fondo hay sitio”)
1990
Óleo sobre tela: 135 x 105 cm
MICROMUSEO (“al fondo hay sitio”)
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Notas
Notas
1. Restauración / No restauración
se realizó bajo la curaduría general de Gustavo Buntinx y con ocho
coordinadores de área: Álex Ángeles, Adolfo Cornejo, Mónica González,
Miguel Lescano, Alfredo Márquez, Susana Torres y Enrique Wong, además
del propio Buntinx. A esos nombres el equipo de trabajo sumaba los de
Michelle Beltrán, Claudia Cancino, Jennifer Gaube, Carlos Montoya,
Isolda Murillo, Jorge Quiroga, “Chino”, “Eddie” y “Toño”. Juan Javier
Salazar asistió a las etapas iniciales del proyecto. Además hubo una
nómina amplia de colaboradores y apoyos (incluyendo el de Jaime Higa),
así como de acompañamientos musicales (Col Corazón y Piero Bustos),
consignados todos en el volante que con gran esfuerzo logró publicarse
en aquel momento. La exposición se inauguró el 15 de octubre de 1990.
Espero poder pronto rescatar y publicar los materiales supérstites de
esa experiencia compleja.
2. Gustavo Buntinx. Texto / Textura. Jaime Higa 1987-1990. Lima: Museo de Arte Italiano, noviembre de 1990.