Francisco Miranda, gran precursor de la independencia venezolana, otra vez encarcelado: el cuadro icónico que lo muestra en la prisión española de La Carraca, pintado en 1896 por Arturo Michelena, pareciera ahora una alegoría del control político del régimen chavista sobre la actividad museológica de ese país. (Óleo sobre tela: 196.6 x 245.5 cm. Galería de Arte Nacional, Caracas, Venezuela).La teoría crítica viene alcanzando, durante los tiempos últimos, desarrollos notables y complejos en la discusión cultural internacional. Un proceso importante que nos estimula a todos y al que todos procuramos aportar. En pocas instancias, sin embargo, se aboca ella a las urgencias concretas de extremidades inmediatas. Por ejemplo las opresiones que en América Latina se viven bajo dictaduras como la decadente de Cuba o la aún reciente de Venezuela.
Ya nadie serio, es cierto, pretende reivindicar a la primera de esas instancias como modelo (hace pocas semanas también el Partido Socialista de Chile anunció su ruptura histórica con ese régimen hereditario). Pero la influencia del chavismo se deja todavía sentir en caudillismos irresponsablemente respaldados por alguna intelectualidad ilusa de nuestros países, a veces inconsciente de la sombra fascista que esos autoritarismos expanden sobre el continente. Algo, sin embargo, tan visible en la experiencia misma de lo que penosamente se evidencia dentro del propio proceso venezolano.
Más allá de ls absurda ruina económica de uno de los países más ricos del planeta (crisis energética en un océano inagotable de petróleo), preocupa sobre todo el afán totalizante y totalitario de un gobierno que se apropia del Estado y reprime a la sociedad civil en la búsqueda anacrónica de un poder absoluto. Ejemplo preciso de ello es el anuncio reciente del control impuesto ya no sólo a la administración de los museos sino incluso a sus colecciones, todas las cuales serán física y legalmente transferidas a una sola entidad, la Galería Nacional de Arte, para su control definitivo por parte del régimen.
Se trata de un gesto reaccionario más, a contrapelo de las grandes tendencias mundiales hacia la diversidad cultural y la pluralización de las expresiones. Con la extravagancia adicional de ofrecerse como un impulso revolucionario. Una triste comprobación de cómo los discursos liberadores de otrora han sido capturados, vaciados, degradados, por las fuerzas más regresivas.
Pero no todo se pudre en Dinamarca. O en América Latina: con celeridad impresionante, un manifiesto intitulado "Contra el despojo" ha acumulado ya casi mil firmas desde su circulación el pasado 18 de mayo, Día Internacional del Museo.
La nómina amplia incluye personalidades de distintas generaciones, incluyendo artífices, literatos, historiadores, músicos, cineastas. Entre los promotores y primeros firmantes se encuentran (en estricto orden alfabético, y sin privilegios de género): Priscilla Abecasis, Pablo Antillano, Alexander Apóstol, Guillermo Barrios, Alicia Alamo Bartolomé, Virginia Betancourt, Nicolás Bianco, Manuel Caballero, Rafael Cadenas, Alfredo Chacón, Simón Alberto Consalvi, Omar Estacio, Paulina Gamus, Patricia Guzmán, Víctor Guédez, Solveig Hoogesteijn, Rodolfo Izaguirre, Sofía Imber, Miguel Miguel, Ana Nuño, Federica Palomero, Graciela Pantin Sandra Pinardi, Luis Enrique Pérez Oramas, María Elena Ramos, Elizabeth Safar, Sonia Sanoja, Ana Teresa Torres y Clementina Vaamond.
Sus argumentaciones no precisan explicaciones mayores. A continuación reproduzco íntegro el documento.
CONTRA EL DESPOJO:
POR EL FORTALECIMIENTO DE NUESTROS MUSEOS
Nueva crisis de los museos venezonalos y el destino de sus coleccionesEl reciente anuncio del actual Ministro del Poder Popular para la Cultura —en el sentido de que ha decidido trasladar todas las colecciones de obras de arte de los museos nacionales a los depósitos de uno de ellos— debe ser objeto de una cuidadosa evaluación y una inmediata atención por parte de la comunidad cultural del país.
Esta medida atenta definitivamente contra la razón de ser de los museos, como garantes y administradores de colecciones del más diverso tipo, que le permiten proyectarse a la sociedad como instituciones de servicio público de extraordinaria potencialidad e impacto social.
Desde las últimas décadas del siglo XX, a la par del surgimiento de un número significativo de instituciones del más variado espectro, el proceso de desarrollo y profesionalización de los museos venezolanos empezó a ser reconocido nacional e internacionalmente. Durante todo este tiempo, el museo venezolano se consolidó como referencia internacional, entre otros aspectos, por el crecimiento y continua articulación de sus colecciones, su dinámica expositiva y la sólida vinculación con su entorno.
Sin embargo, después de un período de sostenido aumento y diversificación de sus audiencias, hacia los últimos once años los museos venezolanos han estado a merced de cambios arbitrarios asociados a una tendencia de centralización de la gestión político administrativa del país. La pérdida de su autonomía funcional y programática y la progresiva sumisión a determinados lineamientos doctrinarios, muy alejados de sus funciones artístico patrimoniales, han desdibujado su misión, debilitando su capacidad de convocatoria, el impacto social de sus servicios, la calidad en sus exposiciones y su otrora valiosísima producción de materiales de apoyo a la educación. De manera injustificada, durante una década de ingentes recursos en el erario público, las colecciones de estos museos asediados por la centralización, se han estancado y desactualizado.
El vaciamiento de sentido de nuestras instituciones museísticas que hoy se intenta consumar con esta nueva medida centralista, tiene un antecedente en la promulgación por parte del Ministro Sesto de una Fundación Nacional de Museos en 2005, como instancia supramuseo que asumió desde entonces el control de las funciones de los museos nacionales y su programación.
Al unísono con la creación de esta supraestructura, se impusieron en los museos estrategias que debilitaron el trabajo de los especialistas, rechazando sistemáticamente las prácticas curatoriales, eliminando las juntas directivas y consejos consultivos, que velaban por el buen funcionamiento de las instituciones y el mantenimiento y constante impulso de sus infraestructuras y, muy importante, la conservación y complementación de las colecciones, de acuerdo al perfil de cada museo.
Según el ICOM, el Consejo Internacional de Museos de la UNESCO, la existencia de una colección es parte definitoria del concepto mismo del museo, base de su existencia. Una razón de ser que impulsa sus funciones definitorias: para conservarla, investigarla, comunicarla y exhibirla con fines de estudio, educación y deleite, como testimonios materiales del ser humano y sus valores identitarios. Alejar la colección del museo heriría gravemente su esencia. ¿Es posible concebir museos sin colección y colecciones museísticas sin museo?
Aparte de las sobradas razones que fundamentan la ineludible condición de que cada museo preserve y difunda el patrimonio del cual es responsable, existen sobradas razones tecnicas y de seguridad. No es funcional, ni conveniente, ni seguro tener los patrimonios de todos los museos en un solo depósito. Un incendio, inundación o terremoto resultaría una tragedia nacional. Pero, más cotidianamente, el movimiento frecuente de las obras las pondría en el riesgo seguro de los traslados mismos.
Además, si el Ministro actual ha reconocido públicamente que “el manejo de la Fundación fue pésimo, porque se creó un equipo por encima de los museos…”, ¿cómo puede pretender ahora dejar este valiosísimo patrimonio de los venezolanos a cargo de una estructura tan ineficiente?
Los museos deben recuperar la figura de Fundaciones de Estado que les fue arrebatada al colocarlos bajo la égida única de la FMN. Deben seguir siendo instituciones del Estado, no del gobierno, y las razones humanísticas, técnicas, artísticas, la historia de una cultura y de sus obras no debe estar nunca al antojo, autoritario y cambiante, de un gobernante temporal.
Para cumplir con su imprescindible misión de conservación y difusión del patrimonio cultural se debe garantizar a los museos tanto el manejo de sus colecciones —base de su identidad y fortaleza institucional— como una amplia libertad de creación, autonomía programática y sustentabilidad financiera.
Nuestro país requiere y exige que sus museos, orgullo de muchas generaciones, sean respetados como bastiones de nuestra identidad, diversidad y pluralidad cultural. En ese sentido es que los abajo firmantes alzamos nuestra voz de enfático rechazo a la decisión de despojar a los museos nacionales de sus colecciones y su traslado a los depósitos de la sede, aún inconclusa, de la Galería de Arte Nacional.
Exhortamos a las autoridades culturales a derogar esta medida y a tomar otras que permitan la recuperación y el fortalecimiento de estas instituciones fundamentales para la vida cultural del país.
(ADHESIONES A:
firmasmuseos@gmail.com)
Etiquetas: "Contra el despojo", Castro, Chávez, Cuba, democracia, dictadura, museos, Venezuela