Micromuseo - Bitácora

jueves, 28 de agosto de 2008

RICARDO WIESSE Y LA CANTUTA EN EL PARADERO HABANA: VIERNES 29 DE AGOSTO



RESCATE HISTÓRICO DE LAS INTERVENCIONES TAUMATÚRGICAS DE RICARDO WIESSE EN LAS FOSAS DONDE SE PRETENDIERON OCULTAR LOS RESTOS DE LOS DESAPARECIDOS DE LA CANTUTA

SEGUNDA EXPOSICIÓN CONMEMORATIVA DEL
INFORME FINAL DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN (CVR)

Con una exposición que es otro rescate histórico, este viernes 29 de agosto MICROMUSEO (“al fondo hay sitio”) culmina su aporte a las conmemoraciones por el quinto aniversario de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Bajo el contundente título de CANTUTA, a las 7:30 de esa noche se inaugura en su PARADERO HABANA un impresionante despliegue de los registros fotográficos y en video de las intervenciones taumatúrgicas realizadas por Ricardo Wiesse en las fosas de Cieneguilla, donde se pretendieron ocultar los restos de los desaparecidos de la universidad popular identificada con el nombre de la flor heráldica de los Incas. La fecha de tales acciones –el 27 de junio de 1995– está en estrecha relación con la promulgación trasnochada de la ilegal Ley de Amnistía impuesta por la dictadura de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. A lo clamoroso de esa injusticia se le opuso una voluntad artística dispuesta a asumir los mayores riesgos para marcar en la geografía y en la historia la emoción indignada de aquellos tiempos infames.

Fiel a sus premisas de reivindicar el arte en sus instancias de máxima peligrosidad, MICROMUSEO reúne tanto las impresionantes fotografías tomadas por Herman Schwarz en el preciso momento de los hechos, como el video realizado también entonces por Augusto Rebagliati. La mayor parte de las instantáneas y el video casi entero se encuentran inéditos, en los dos sentidos del término: no han sido objeto de manipulación correctiva ni han tenido exhibición pública hasta la ocasión de esta muestra. El conjunto reunido suma así un invalorable sentido documental a su alta carga artística, complementándose con el notable afiche, también de 1995, confeccionado por Manuel Figari y el propio Wiesse para la campaña de inmediato emprendida contra la ley del olvido por el Instituto de Defensa Legal (IDEELE) y otros organismos de derechos humanos.

Una lucha que recién ahora alcanza cierta culminación, al haberse por fin logrado sentencias ejemplares contra buena parte de los responsables (aún no todos) de esas muertes, tan absurdas como injustas. Cuenta de ello rinde en esta muestra el video adicional de María Luisa Martínez que resume la épica del largo peregrinar contra la impunidad y por la memoria emprendido desde 1992 por los familiares de las víctimas.

Para la exploración de esos y otros sentidos, las publicaciones vinculadas a la muestra despliegan un fuerte acompañamiento textual, que además del testimonio de Wiesse recoge sendas investigaciones de Gustavo Buntinx y Víctor Vich (co-curadores de la exposición), y la pertinente reflexión de Carlos Iván Degregori, quien fuera miembro de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

En el espíritu del Informe Final de la CVR, lo que ahora se ofrece es la segunda de dos exposiciones críticamente articuladas entre sí, como trágicamente lo estuvieron las extremidades históricas a las que cada una de ellas se vincula. Como complemento de esta muestra final, durante las pasadas seis semanas MICROMUSEO exhibió las conmovedoras fotografías y videos que Anamaría y Kevin McCarthy lograron de los estragos provocados por el coche-bomba senderista detonado el 16 de julio de 1992 en la calle Tarata del distrito de Miraflores. Un atentado criminal que sirvió de pretexto para la criminal incursión de los servicios de inteligencia del Estado en la Universidad de La Cantuta. La competencia de horrores.

Partes de guerra –el título genérico de estas dos exposiciones puede, sin duda, entenderse en su acepción figurada: noticias desde el frente, crónicas de trinchera. Pero también en el sentido más literal e inmediato: símbolos fragmentados de nuestra historia hecha pedazos.

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domingo, 10 de agosto de 2008

EVOCACIÓN Y FELICIDAD: TICIO ESCOBAR ASUME LA SECRETARÍA DE CULTURA DEL PARAGUAY


Breve anuncio de felicidad. Personal y cultural y política: al asumir Fernando Lugo la presidencia del Paraguay, esta semana recibirá el cargo de Secretario de Cultura, con rango ministerial, Luis Manuel Escobar Argaña. Más conocido como Ticio, Escobar ha trazado, desde la década de 1980, uno de los vectores críticos decisivos para la radical renovación de la reflexión artística que a partir de entonces América Latina viene experimentando. Sus aportes van desde textos fundacionales para esa nueva historia del arte hasta teorizaciones de incisiva importancia para nuestros contextos de aparente marginalidad –a veces con títulos tan sugestivos como El arte fuera de sí o Los parpadeos del aura.

Una dedicación conceptual articulada al compromiso permanente con las culturas nativas, así como con las luchas por la democracia y la ciudadanía. Todo ello le significó a Ticio persecuciones y carcelerías y torturas durante la dictadura de Stroessner, pero también la posibilidad posterior de cristalizar iniciativas culturales de primer orden, tanto a nivel municipal y estatal como privado: a sus brillantes gestiones en la municipalidad de Asunción y en bienales diversas se le suma ese referente continental que es el Centro de Artes Visuales - Museo del Barro, materializado gracias a las generosas iniciativas compartidas entre Ticio y artífices como Carlos Colombino, Ricardo Migliorisi y Osvaldo Salerno.

En varios aspectos (no necesariamente en todos), MICROMUSEO plantea explícitamente su afinidad a los postulados del Museo del Barro. Y el año pasado ambos proyectos compartimos fraterna escena en la Bienal de Valencia, donde las colecciones y propuestas de ambos ejemplificaron la renovación crítica de la museología latinoamericana.

Uno más de tantos encuentros que con Ticio se iniciaron cuando en 1987 tuve oportunidad de invitarlo al coloquio Modernidad y provincia, organizado por Reynaldo Ledgard y mi persona para la III Bienal de Trujillo. Un escenario ultraperiférico que por primera vez reunió a nombres generacionalmente tan marcantes como Ticio Escobar, Mirko Lauer, Gerardo Mosquera, Nelly Richard. También, con otro perfil cronológico, Juan Acha. Y, con otros perfiles teóricos, Bélgica Rodríguez y Galaor Carbonell (+). De singular importancia fue la confluencia adicional en ese contexto de artífices de países vecinos como los bolivianos Gastón Ugalde y Roberto Valcárcel, y los chilenos Juan Dávila, Eugenio Dittborn y Carlos Leppe, cuya presencia pude convocar en viajes preparatorios. (De esos contextos se exhibieron también obras de José Balmes y Gracias Barrios, provenientes de Santiago, y de Sol Mateo, provenientes de La Paz. Participaron además diez otros artífices extranjeros y unos setenta peruanos).

Se iniciaba así una intensidad sin precedentes de intercambios transfronterizos. Apenas un año después, aquel encuentro dio lugar a publicaciones compartidas y a las removedoras exposiciones de Dávila y Dittbon en Lima. Apenas el síntoma visible de articulaciones y transformaciones aún más complejas: en el nudo de la III Bienal de Trujillo se forjaron complicidades y fricciones múltiples, acaso decisivas para el derrotero futuro de ciertos quehaceres y reflexiones en nuestras varias escenas continentales. Tal vez sea ya tiempo de iniciar una revisión crítica de las consecuencias profundas de esa bienal y de aquel coloquio.

Mientras tanto, cabe el respiro de celebrar el sentido enorme que para nuestros pueblos implica el aporte de la desafiante trayectoria de Ticio Escobaral nuevo gobierno paraguayo. Un triunfo de la sociedad civil. Y de la permanente lucha cultural por el concepto pleno de ciudadanía.

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lunes, 4 de agosto de 2008

UN MEMORIAL EN EL CUARTEL LOS CABITOS


Excavaciones en el cuartel Los Cabitos de Ayacucho. Fotografía: Elías Navarro, La República.

Las batallas por la memoria no cesan. Tras la vandalización fujimorista de El ojo que llora, se han multiplicado las reivindicaciones de ese intenso memorial por las víctimas de nuestra violencia grande. Como se multiplican las iniciativas simbólicas vinculadas a las luchas por los derechos humanos y la ciudadanía plena. Además del monumento recientemente inaugurado en el pueblo de Toraya, Apurímac (ver entradas del 12 y el 14 de julio en este mismo blog), se han iniciado ya las gestiones para construir un "Santuario por la memoria" en el sector "La Hoyada" del cuartel Los Cabitos, de Ayacucho, donde se vienen exhumando los restos de casi cien personas ejecutadas extrajudicialmente. "Según la propuesta técnica", informa La República, "el santuario constaría de un museo, una casa de la fotografía, un bosque de la memoria, un paseo de desaparecidos y la escultura y arte de la memoria".

La iniciativa enfrentará sin duda resistencias: el mismo periódico da cuenta de cómo una patrulla intentó frustrar la realización de una misa en aquel espacio. "Visiblemente acongojados", relata La República del pasado 2 de julio, "los familiares colocaron una ofrenda floral, prendieron velas y cantaron con voz temblorosa recordando a sus seres queridos". Y agrega: " 'Continúa nuestro sufrimiento por la búsqueda de la verdad. No descansaremos hasta encontrar justicia', dijo Lidia Flores, presidenta de la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú. Ya se han recuperado restos óseos de 81 individuos, con impactos de bala y signos de violencia, lo que evidencia que Los Cabitos habría funcionado como un centro de reclusión clandestina y de tortura".

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