Una noticia a ponderar: hoy, jueves 4 de diciembre, a las 7:30 PM, Lu.Cu.Ma. (Luis Cueva Manchego) inaugura una exposición individual en Puro Instinto, acaso la primera galería comercial que abre sus puertas en Iquitos. Saludamos el que este emprendimiento pionero apueste por una plástica no sólo local sino además compleja e incluso conflictiva, contribuyendo a la mayor densidad del intercurso cultural peruano.
Lu.Cu.Ma. se perfila como nuestra figura artística más extrema, al emerger de una prolongada existencia delincuencial y presidiaria para intentar redimirse desde la profesión pictórica y la obsesión religiosa. En su oficio de pintor ambulante se intercalan los letreros por encargo con alegorías excéntricas, imágenes místicas, visiones apocalípticas o narrativas autobiográficas de rara intensidad. Representaciones todas de difícil incorporación a las convenciones icónicas habituales en nuestro medio artístico.
Fue otro artífice amazónico –Christian Bendayán– quien reivindicó en términos plásticos esa aparente excentricidad al incluir el retrato y las pinturas de Lu.Cu.Ma. en sus propios cuadros. Y le correspondió a MICROMUSEO incorporar esa diferencia a la reflexión histórica y crítica al exhibir en 2002 por primera vez las obras de Lu.Cu.Ma en un contexto artístico, para un año después dedicarle una exposición antológica:
Del puñal al pincel. Además en marzo de 2007 le otorgamos a sus cuadros un lugar culminante en el envío especial que nos fue solicitado por la Bienal de Valencia.
También Bendayán, por cierto, ha considerado a Lu.Cu.Ma. dentro de sus propias curadurías de arte amazónico, contribuyendo así a un reconocimiento que esperamos pueda ahora consolidarse en otros términos gracias a iniciativas como las de la nueva galería de Iquitos. Con ese ánimo, reproduzco a continuación el texto crítico redactado para la ocasión por el gestor de Puro Instinto.
LU.CU.MAHeinrich Helberg Chávez
Luis Cueva Manchego, conocido como Lu.Cu.Ma. es uno de los pintores más renombrados de la Amazonía. Llama la atención de la opinión pública por la extraña intensidad de sus imágenes, porque a pesar de su internamiento en prisión, encuentra su salvación a través de la pintura, que ha practicado en todas las circunstancias de su vida, llama la atención por sus convicciones religiosas y sus opciones políticas, que juntos muestran algo así como una visión del mundo propia. Su pintura ofrece un testimonio de un intento por construirse y reconstruirse, un intento de redimirse que finalmente lleva a una conciliación con la vida; una conciliación crítica pero conciliación al fin.
Lu.Cu.Ma. usa el espacio como un lugar de encuentro entre su historia personal con los hitos de la historia, lo que él denomina “los hombres monstruo” que cometieron barbaridades pero que determinan el curso del mundo, hombres como Bush y Bin Laden, Hussein y Hitler y también con los mitos populares que incluyen a la Mona Lisa, al Che Guevara y a Sarita Colonia, los huacos eróticos y al Chullachaqui –un espíritu del monte amazónico. Su pintura es el espacio de encuentro entre sus terribles experiencias personales con los mitos y la historia universal, para crear un gran escenario del mundo con distintos niveles de interpretación. Lu.Cu.Ma. estará entre los pocos artistas en el mundo que se atreven a recorrer en un solo lienzo el espacio histórico, el religioso, el político, el de las experiencias críticas personales y el mítico-simbólico, en un gran esfuerzo de comprensión propia y del mundo
Llama la atención la enorme facilidad que tiene Lu.Cu.Ma. para el retrato con sus trazos sintéticos y expresivos; el uso de espacios encajonados uno dentro de otro, pero fluidos; sus colores decididos pero no chillones ni estridentes; su búsqueda de temas extremos; el uso de pintura esmalte sobre casi cualquier material.
No se trata sólo de afirmar al arte popular frente al erudito, no sólo quiere delatar a ese “buen gusto” elitario como un gusto de clase social impuesto al resto de la sociedad, en Lu.Cu.Ma. lo popular nunca es cursi, sensiblero ni grotesco, porque Lu.Cu.Ma. le da a la fantasía popular la dignidad del mito. Pero además, y este es su aporte más importante, ofrece nuevos valores reconocibles en su obra: “lo genuino”, “la sinceridad”, “la verdad hasta el desgarro”, “diversidad de perspectivas”, “el exponerse a sí mismo”, “la intensidad” y “la ruptura con los convencionalismos sociales”. Criterios, todos estos, distintos a los criterios del gran arte occidental como la armonía, el equilibrio, la densidad, la expresión, lo sublime y la búsqueda de la belleza. No: esto se parece más al “Yo no pinto al mundo como lo veo, sino como lo pienso” de Picasso: pero donde Lu.Cu.Ma., al contrario de Picasso, enfatiza los contenidos, para que hablen por sí mismos, con el mínimo de soporte formal, en lugar de sistematizar las formas cómo lo hizo Picasso en el cubismo y gran parte del arte moderno tras él.
La obra de LU.CU.MA no puede desligarse de él mismo, ni de su historia personal, ni de sus búsquedas de los temas extremos –con los que consigue llamar la atención sobre sí mismo y su pintura. Pero en las situaciones extremas está también la posibilidad de llegar a la verdad. Todo en él se ha convertido en arte (y así lo ha retratado también Christian Bendayán). Pero eso significa que Luis Cueva Manchego con su propio personaje Lu.Cu.Ma. es parte de la vida cotidiana de Iquitos. El arte ya no está escindido del mundo cotidiano, pero tampoco se ha vuelto objeto utilitario; cada obra se ha convertido en un objeto-para-entender-el-mundo y entenderse a uno mismo, que es darle una nueva función social al arte. Se cumple ese programa de infundir a la vida de arte, de una manera inesperada. Todo en Lu.Cu.Ma. demuestra voluntad de estilo, desde la manera cómo se viste, lleva el pelo, su figura, su manera de pintar en la calle, el torso desnudo con las manchas de colores, todo es parte de la construcción de su visión del mundo, y así es como encara la vida y la creatividad con honestidad.
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